Casa de campo Daniella P. Rodríguez

Ancestralidad como un lenguaje del agricultor

13 de marzo de 2024
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A casi 50 minutos de Ibagué, y a más o menos 15 caminando por un sendero que se extiende por más de 4.000 metros, en la ruralidad de San Bernardo, Tolima, está desplegado el lenguaje de toda una familia con más de 40 años de tradición albergada en una finca cacaotera.

Martha Quitian, propietaria del predio, extiende su conocimiento, adquirido por su padre, en técnicas agricultoras ‘al ojo’ a partir de la abundancia biodiversidad que rodea Oasis y del insumo que, para ella, es el más importante: la ancestralidad que tiene la historia de la finca.

Una de ellas, es la manera en cómo Martha plasmó la forma de, simplemente, estar en la finca. Esto incluyen hábitos desde la propia llegada al sendero que lleva hasta el lugar, por donde caminar luego de entrar, la forma de cocinar y botar los desechos, y hasta en la forma de bajar una pendiente evitando que se sienta dolor por desgaste normal simplemente siguiendo el patrón de las hojas de las plantas que hay en el suelo.

Oasis no tiene ninguna clase de desecho plástico dentro de ella. De hecho, todo lo que se elabore a partir de materia prima orgánica, vuelve en forma de abono, y muchas veces hasta en estructuras, y otras, por mucho, sirven como medicina para dolores y accidentes.

Y aquí entra la palma iraca. Esta regularmente se podría encontrar en el mercado artesanal, más que todo nariñense, con la planta seca y envuelta para que sea escoba. Por su parte, Martha coloca un follaje de palma seca sobre un cultivo de cebollas para que actúe como aislante térmico en los días más calurosos, y esto le funciona en la germinación y en el mantenimiento y crecimiento del cultivo, al igual que al ajo. “Si quiero que germine, coloco el diente o si bien un bulbo y espero a la próxima vez que llegue a la finca”, explica la propietaria.

Don Manuel, uno de los trabajadores de la finca, también transmitió desde su experiencia cuál es la manera que un árbol de cacao de más fruto, y es descopando las hojas para que entre más calor a la fruta, y mencionó, que “hasta la mano que roba puede dañar el cultivo”, y esto se explicó porque la planta sigue unas fases lunares para podar y cultivar.

Para poda, en luna nueva, la savia se concentra en la raíz de la planta; en creciente, la savia empieza a subir a la parte aérea de la planta, en luna llena la savia llega a su totalidad a la parte aérea, y en menguante la savia desciende hacia la raíz de nuevo. “Una persona que se está robando el fruto de cacao muchas veces no sabe el daño que le hace al cultivo”.

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