Veterinarias, mucho más que un negocio

En estos días me llamó la atención un estudio muy interesante de la Universidad de Chicago, que determinó que hay carreras que sí generan felicidad y bienestar, entre ellas figuran arte y diseño; educación; psicología; enfermería y veterinaria.

Sobre esta última se destacó que el trabajar con animales aporta felicidad a los seres humanos y los invita a promover su cuidado y protección para contribuir al desarrollo sostenible, fomentando una salud, un bienestar, una educación al servicio de la comunidad para forjar un tejido social promisorio para cada nación.

No es extraño que esta conclusión sea tan acertada a lo que estamos viviendo hoy, que es el amor y apego que generan las mascotas, enseñanzas del amor fraterno por los animales que profesó el inolvidable San Francisco de Asís, fundador de los franciscanos, tan recordado estos días por el legado que dejó el Papa Francisco y la atención que generó en el mundo el sucesor del trono de San Pedro.

Los datos son significativos: de acuerdo con el Consejo Profesional de Medicina Veterinaria y Zootecnia de Colombia, en el país 54.303 personas ejercen esta bella profesión y cuentan con tarjeta profesional; y hay 3.291 establecimientos veterinarios en el territorio nacional, lo que evidencia que el sector veterinario se posiciona actualmente como una de las industrias con mayor proyección en el ámbito de los servicios personales.

A lo largo de los años, las veterinarias fueron percibidas como pequeños consultorios donde un profesional, muchas veces con recursos limitados, se dedicaba a cuidar a los animales más por pasión que por rentabilidad.

Sin embargo, esa imagen casi romántica no puede cambiar y debe ser la línea a seguir, sin olvidar como es lógico que también son un negocio, pues muchas clínicas funcionan ahora bajo un modelo empresarial claramente estructurado, con áreas de marketing, estrategias de fidelización, venta de productos, membresías y servicios diferenciados según la capacidad de pago del cliente, lo que ha traído consigo una mejor infraestructura, acceso a tecnología diagnóstica de punta, disponibilidad de medicamentos más eficaces y tratamientos especializados que antes eran impensables.

Es innegable que gracias al desarrollo de las veterinarias, las mascotas viven más y mejor. Pero la reflexión es sencilla: el bienestar animal debe estar por encima del negocio, de eso se trata la felicidad, al menos para mí, en ayudar a los demás