El hombre no sería el hombre que ha sido a lo largo de la historia, si no fuera por la nobleza del caballo, que ha sido su mejor compañero y amigo a lo largo del desarrollo de la civilización.
La naturaleza le entregó al hombre el caballo y su nobleza para que pudiese sobre su lomo magnificar toda su humanidad, de ello dan cuenta todas las manifestaciones artísticas que expresan cuan profunda ha sido la relación entre el caballo y los jinetes que han liderado los pueblos con el pasar de los siglos.
La nobleza del caballo llevó al hombre de la caverna a las planicies, le permitió arar y cultivar la tierra, le ayudó a cuidar y a manejar los ganados que le dieron de comer a sus gentes, y especialmente en las tierras peninsulares, le dio el poder de cazar y alancear el toro salvaje que ha sido el principal símbolo de adoración al poderío de la naturaleza animal.
La nobleza del caballo le dio al hombre antiguo la capacidad de volar, de multiplicar su fuerza, su velocidad y su poderío, le dio libertad y movilidad, le permitió la conquista sobre la tierra, lo acompañó a atravesar los mares, a gestar el intercambio cultural y comercial y les abrió a los jinetes guerreros un mítico camino a las estrellas después de su paso por este mundo.
La nobleza y las virtudes del caballo a lo largo de los siglos amplió la inspiración y creatividad del hombre convirtiéndolo en jinete, agricultor, guerrero, conquistador, artista, filosofo, pintor, escritor, arquitecto, y en muchas otras cosas que logró desde que el caballo le permitió viajar sobre sus lomos para que desde allí pudiese volar a galope tendido sus sueños de grandeza a lo largo de lo que ha sido nuestra civilización.
Convengamos que el arte todo, es materia inexplicable que se manifiesta en los sentimientos que transmite la creatividad humana plasmada con sensibilidad en una infinita gama de expresiones. La tauromaquia no escapa del concepto más puro del arte, y su origen surge de ese encuentro milenario y la conjunción espiritual de todos los pueblos que habitaron la península con el caballo y su nobleza, su brío y belleza, y con el toro bravo y su infinito poderío.
La tauromaquia brota de esa amalgama del hombre de campo con los dos animales más adorados por todas las civilizaciones que les han rendido culto en sus manifestaciones artísticas, desde Altamira hasta hoy, dejando una profunda huella cultural que simboliza ante el mundo entero esta tierra donde se besan el Atlántico y el Mediterráneo.
La tauromaquia es la interpretación artística más noble y pura de la vida, en la cual todos los participantes en la lidia se juegan la existencia en una infinita representación estética de cuanto acontece en la existencia, plasmada en un baile con la muerte donde solo sobrevive el mejor.
El toreo a caballo surge de la inspiración del hombre ibero al querer volar convertido en jinete capaz de bregar, desafiar y vencer al toro bravo. De allí nace ese arte único, tríplice, pues conjuga a la perfección en la interpretación del arte ecuestre, el arte que representa el profundo conocimiento del comportamiento y la lidia del toro bravo, y el dominio del arte escénico interpretado con la gracia, elegancia, entrega y oficio que demanda el respetable.
El toreo a caballo como destreza de campo inspiró la evolución de la tauromaquia ecuestre y de a pie, comprendidas como las artes escénicas que han sido a lo largo de la historia de toda la cultura ibérica, mediterránea e hispanoamericana, y que han sido fuente de inspiración de todas las demás manifestaciones artísticas imaginables; de las bellas artes: música, arquitectura, canto, danza, escultura y cine; de las aplicadas: diseño gráfico, de interiores y moda; de las artes visuales: dibujo, pintura, fotografía y el arte digital; de las artes escénicas: drama teatro, ópera, zarzuela, equitación; y de las aretes literarias: poesía, literatura y narrativa, drama y poesía.
El milenario arte del toreo a caballo es la expresión más real de cuanto encarna ese trance obligado entre la vida y la muerte, del que surge la pasión con que nos expresamos todos los seres de la naturaleza. Es una lucha artística en donde no hay ventajas, donde cada uno, el toro, el caballo y su jinete, tres seres que han sido inseparables a lo largo de los siglos, se hacen merecedores de su propio destino en el transcurso de la lidia; algo que solo puede ocurrir cuando un caballero y sus caballos artistas juntan el valor y la destreza necesarias para vencer el miedo que se siente al enfrentarse con arte al poderío infinito de las embestidas del toro bravo, que a fin de cuentas es, el que siempre pone las condiciones.
*Rejoneador de toros
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