Durante nuestra participación en Agroexpo 2025, en el pabellón ganadero de Corferias, tuvimos la oportunidad de conversar con decenas de productores, técnicos, estudiantes y profesionales del sector que se acercaron al stand de Aexgan con inquietudes genuinas sobre la industria de exportación de ganado en pie. La feria nos permitió confirmar que aún persisten algunos mitos sobre esta actividad que vale la pena abordar con argumentos, evidencia y, sobre todo, con el respeto que merece todo aquel que hace parte del mundo ganadero colombiano.
Una de las inquietudes más recurrentes fue si en Colombia se están exportando hembras. La respuesta es clara: no. Todos los protocolos vigentes para la exportación de ganado en pie para sacrificio exigen que los animales sean machos, enteros y topizados. Esta exigencia responde tanto a criterios sanitarios como comerciales, y está estipulada en los protocolos bilaterales firmados entre Colombia y los países destino.
También se mencionó la idea de que la exportación desestimula la cría. Sin embargo, la evidencia técnica apunta a lo contrario. Uno de los efectos económicos más estudiados de la apertura de canales formales de comercialización, como la exportación en pie, es la llamada retención de vientres. Este fenómeno ocurre cuando los productores, al ver precios sostenidos, condiciones de mercado estables y mayor rotación de machos, deciden mantener más hembras en sus hatos para reproducción, ampliando así progresivamente su inventario.
Esto se refleja en la evolución del hato nacional: en 2006 Colombia tenía poco más de 22,5 millones de cabezas, mientras que para 2023 superamos los 29 millones, un aumento de más de 6,5 millones de animales. Este crecimiento no ocurre en contextos de desestímulo, sino de mayor confianza productiva. La exportación, en lugar de restarle animales al país, ha incentivado una ganadería más tecnificada, eficiente y orientada a mercados exigentes.
Otro mito frecuente es que se están exportando terneros. Esta afirmación también carece de sustento. El Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) establece que para autorizar una exportación, el peso promedio del embarque debe estar entre los 320 y 350 kilogramos por animal. Se trata de machos jóvenes, sí, pero en etapa de desarrollo apta para el mercado internacional, que garantiza el cumplimiento de estándares de calidad, sanidad y bienestar animal.
Otro de los argumentos frecuentes es que la exportación de ganado en pie eleva el precio de la carne en el mercado interno. Esta afirmación, aunque comprensible, no se sostiene cuando se revisan las cifras del comportamiento del IPC de la carne bovina frente a los volúmenes exportados. Por ejemplo, en 2012 y 2016, Colombia exportó volúmenes significativos de animales vivos, y sin embargo el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de la carne se mantuvo estable o incluso disminuyó.
En contraste, en años como 2021 y 2022, el IPC de la carne registró incrementos considerables, mientras las exportaciones se mantuvieron en niveles controlados y por debajo del 10% del total de animales sacrificados en el país. Este comportamiento inverso evidencia que no existe una correlación directa entre exportaciones y precios al consumidor.
Por el contrario, factores como los costos de producción, transporte, insumos, la oferta interna, la inflación general o las condiciones de mercado, tienen un impacto mucho más determinante en la construcción del precio de la carne en el mercado interno. Así, la industria exportadora no solo no presiona los precios locales, sino que se consolida como una alternativa complementaria, sólida y estratégica para dinamizar la ganadería nacional.
Por supuesto, el bienestar animal también fue tema recurrente sobre la mesa, y es una preocupación que compartimos plenamente. La industria exportadora colombiana cumple con estándares internacionales, normas nacionales y exigencias bilaterales que aseguran condiciones óptimas en todo el proceso.
Desde el predio de origen, pasando por los centros de cuarentena, hasta el embarque y el transporte marítimo, se cumplen las cinco libertades del bienestar animal. Para no ir más lejos, la tasa de mortalidad en tránsito marítimo es inferior al 0,5%, una cifra que se mantiene estable y que refleja el profesionalismo y cuidado con el que se realiza cada operación. Eso sin mencionar que en 2024, los industria colombiana de exportación de ganado en pie fue reconocida por la Organización Mundial de Sanidad Animal (Omsa) como un referente internacional en esta materia durante el workshop realizado en Cartagena.
Otra de las dudas frecuentes fue sobre la supuesta pérdida considerable de peso durante el viaje, otro aspecto en donde también contamos con información precisa para desmitificar los rumores. Los informes oficiales que los exportadores deben presentar a su llegada a destino indican que el 55% de los animales mantiene el mismo peso de salida, el 30% incluso gana peso (en promedio 13 kilogramos), y solo un 15% presenta pérdidas, usualmente asociadas al cambio de dieta de pasto a concentrado. La evidencia desmiente la narrativa de una merma generalizada.
Y finalmente, la gran discusión: ¿no sería mejor exportar carne que animales vivos? Desde Aexgan creemos que ambas opciones pueden coexistir, y que además deben hacerlo. La demanda por carne procesada y por ganado en pie responde a lógicas distintas.
En países musulmanes, donde el sacrificio Halal es un componente esencial del consumo, el requerimiento de animales vivos no es una preferencia secundaria, sino una condición estructural. Obligar a estos consumidores a cambiar su cultura y demanda es tan improcedente como sugerir que Juan Valdez deje de vender café molido porque ya ofrece café preparado. Cada cliente decide cómo quiere consumir, y el rol de Colombia como país proveedor es adaptarse a esas necesidades.
Un ejemplo contundente de esta complementariedad lo ofrece Brasil: en 2024 exportó más de 1 millón de cabezas de ganado en pie, generando 850 millones de dólares FOB, y al mismo tiempo exportó 2,87 millones de toneladas de carne, por un valor FOB de 12.838 millones de dólares. Ambos mercados coexisten, se potencian y permiten diversificar la oferta sin afectar ni la cría, ni el hato, ni la producción nacional. Todo lo contrario: esa diversificación ha fortalecido su posicionamiento internacional. Colombia tiene también esa oportunidad, y queremos seguir consolidándola con responsabilidad y visión estratégica.
Desde Aexgan seguiremos impulsando espacios de diálogo con argumentos y evidencia. La exportación de ganado en pie dinamiza la economía rural, promueve la formalización, contribuye al desarrollo regional, genera divisas para el país y nos posiciona como un banco de alimentos confiable ante el mundo. Corregir mitos no es desautorizar a nadie, sino fortalecer la conversación. Y lo que Agroexpo dejó claro es que esa conversación está más viva que nunca.
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