Agro

La rumia, un proceso digestivo que funciona como indicador de la salud de su ganado

Un cambio en la rumia puede convertirse en indicador de problemas metabólicos, así como de enfermedades como la acidosis ruminal
Por:
Valentina Sánchez Forero
08 de agosto de 2023
Ganado alimentándose
Ganado alimentándose

La rumia constituye un proceso de digestión clave en los bovinos que busca el aprovechamiento de la fibra de los carbohidratos estructurales presentes en los forrajes, lo que les permite a los animales obtener la mayor cantidad de nutrientes necesarios para una dieta balanceada.

Generalmente, las vacas rumian entre 400 a 500 minutos por día, una reducción de este tiempo se convierte en un indicador de que algo anda mal a nivel tanto digestivo, como con el bienestar del animal. Es fundamental hacer un constante monitoreo de la rumia para una detección temprana de alguna alteración.

El proceso de la rumia consiste en una regurgitación, remasticación y reclusión de los alimentos. Los rumiantes pueden masticar y tragar dos veces la misma fuente de comida. A diferencia de los equinos, los bovinos no cuentan con dientes incisivos superiores, por lo que no pueden cortar la pastura en trozos pequeños para masticarla, sino que la enrollan con su lengua, la jalan, la mastican con sus molares, la mezclan con la saliva y la tragan en partículas grandes.

Los bovinos cuentan con un estómago adaptado para el aprovechamiento de la fibra, dividido en cuatro compartimientos en los cuales se realiza la digestión de los alimentos ingeridos. Estos son el rumen, retículo, omaso y abomaso.

El rumen es donde ocurre la fermentación del alimento digerido. Los bovinos tienen una digestión fermentativa y es realizada a través de microorganismos, bacterias, protozoos y hongos. Eso es exclusivo de los rumiantes y estos microorganismos son los que se encargan de degradar el alimento ingerido por el animal”, destacó María Eugenia Buitrago Guillen, médica veterinaria y zootecnista de la Universidad de Caldas, y profesional de la subdirección de salud y bienestar animal del Fondo Nacional del Ganado y Fedegan.

Según Guillen, el producto final de la fermentación microbiana de la fibra de los carbohidratos estructurales son ácidos grasos volátiles como el acético, el propanoico y butírico, los cuales son absorbidos hacia la corriente sanguínea desde el rumen y pueden representar hasta 75% del suministro de energía del animal.

En el retículo se forman las pequeñas porciones de alimento que regresan a la boca para ser re masticadas. Al tener una gran superficie, entre 30% y 70% del agua que ingieren los animales es absorbida en el omaso, además de nutrientes como minerales y potasio.

“El abomaso es el cuarto compartimento del estómago de los rumiantes, llamado el estómago verdadero. En él se secretan enzimas y ácido clorhídrico. Allí ocurre la digestión de las partículas pequeñas que escapan a esa fermentación en el rumen y se hace la digestión de microorganismos que llegan con ese bolo”, precisó Guillen.

Cabe destacar que esos microorganismos que llegan al abomaso se convierten en la principal fuente de proteína para los bovinos que, una vez degradada, es absorbida en los intestinos.

Un cambio en la rumia puede convertirse en indicador de problemas metabólicos como de enfermedades. Es necesario hacer un monitoreo de la misma, no solo para determinar si la cantidad de alimento que está injiriendo el animal es suficiente, sino para prevenir afecciones que puedan alterar el rendimiento productivo y la calidad de vida del bovino.

"Si no hay rumia, no sobreviven los microorganismos que degradan la fibra, los carbohidratos. Eso genera que no se absorban los ácidos grasos volátiles, la principal fuente de energía, lo que conlleva a que se debilite el animal y comiencen a aparecer problemas metabólicos”, resaltó Guillen.

La rumia es indispensable para mantener la salud digestiva del animal. Un problema con este proceso desencadenará en una disminución de la producción y la aparición de enfermedades como la acidosis ruminal.

Además del monitoreo, se debe tener en cuenta que la rumia es un proceso que es estimulado por la fibra. Por ello, esta debe ser tener un tamaño suficiente para estimular la re masticación y la re salivación. “Se ha identificado que la fibra con tamaño menor a cuatro milímetros reduce la masticación y no estimula la producción de salida”, añadió.

Es importante reconocer que la dieta de los bovinos no se puede basar únicamente en concentrados, ya que no tienen la suficiente cantidad de fibra físicamente efectiva para estimular la rumia. El monitoreo, acompañado de una alimentación balanceada, serán cruciales para proporcionar medidas que beneficien la salud y reduzcan costos.

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