Conozca más sobre los perros braquiocefálicos, cómo cuidarlos y cómo prolongar su vida

Desde hace mucho tiempo, razas como el pug, el bulldog francés, el boxer y los shih-tzu vienen conquistando los hogares y las redes sociales en todo el mundo por su ternura, sus hocicos chatos, ojos grandes y mirada tierna. Sin embargo, detrás de estas características únicas se esconde una anatomía mucho más compleja, ya que los perros que son braquicéfalos desde su nacimiento tienen una condición estructural que les dificulta respirar, dormir, regular su temperatura, alimentarse y, en algunos casos, hasta ver.

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El problema de estos animales empieza por la cabeza, pues el término “braquicéfalo” representa la forma acortada que tiene su craneal, lo que provoca que sus huesos faciales sean más cortos que los de otras razas de perros. Por lo cual estas mascotas tienen nativas que son estrechas, un paladar que es blando y alargado que obstruye la garganta, además de que tienen tráqueas más pequeñas y ojos sobresalientes que no suelen cerrarse al parpadear; todo esto afecta funciones básicas.

Respiran con dificultad, roncan incluso si están despiertos, suelen jadear de manera excesiva y son bastante sensibles al calor, gracias a que, por lo general, la regulación de temperatura depende justamente del jadeo que tienen comprometido. De hecho, a muchos de estos animales se les inflaman los tejidos de la garganta con el tiempo, generando así colapsos laríngeos que suelen necesitar de una cirugía.

Por otro lado, la mala respiración se deriva de una compleja digestión, haciendo que puedan padecer de gastritis crónica. Asimismo, cuentan con ojos tan grandes que pueden llegar a estar poco protegidos y, por ende, están expuestos a infecciones frecuentes, úlceras corneales y una irritación constante. Esto sin contar con que pueden presentar dificultad para dormir bien, debido a que su propia lengua o paladar pueden bloquearles sus vías respiratorias cuando están acostados.

No obstante, existen algunas medidas que pueden ser efectivas para mejorar su calidad de vida y también para ayudar a prolongar sus años de vida. Una de ellas es que la cirugía se realice a temprana edad. Estos procedimientos pueden ir desde la ampliación de las narinas, la resección del paladar blanco o un tratamiento en la tráquea que busca, precisamente, sanar estas dificultades respiratorias. Recuerde que este tipo de procedimientos los debe realizar un veterinario especializado y debe ser posible antes de que la mascota cumpla los dos años, que es el momento cuando los tejidos aún no están lo suficientemente afectados.

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También es primordial que el entorno del perro esté adaptado y cuente con algún cuidado diario, como, por ejemplo, de ser posible, evitar al máximo exponerlo al calor o a hacer ejercicio intenso. Lo mejor para ellos es pasearlos en las horas más frescas, mantenerlos en ambientes con ventilación y evitar el uso de collares que puedan ejercer alguna presión en sus vías respiratorias. Además, es crucial mantenerlo en un peso saludable, pues la obesidad agrava todos los problemas respiratorios y articulares.

Aunque más allá de los posibles cuidados individuales que usted puede tener, hay un debate ético frente a la cría de estos animales; en varios países como Noruega y Países Bajos ya se está empezando a restringir la reproducción de estas razas braquiocefálicas, argumentando que debe prevalecer el bienestar animal antes que cualquier cosa.