Agricultura

Conozca más sobre las estrategias sostenibles que hay para controlar a la chicharrita

La expansión de la chicharrita del maíz se convirtió en una de las mayores amenazas, frente a esta tendencia reactiva, comienza a consolidarse un enfoque más sostenible
Juliana Ramos Mosquera
26 de mayo de 2025
Reuters

La expansión de la chicharrita del maíz se convirtió en una de las mayores amenazas fitosanitarias más importantes para la producción agrícola en distintas regiones del continente americano. Este diminuto insecto, que es capaz de transmitir enfermedades como el achaparramiento del maíz, además de comprometer los rendimientos del cultivo, también desencadena un aumento desmedido en el uso de los insecticidas. No obstante, frente a esta tendencia reactiva, comienza a consolidarse un enfoque alternativo, como, por ejemplo, el control sostenible de la plaga, basado en estrategias agronómicas, biológicas y de manejo integrado.

Uno de los pilares de este nuevo enfoque, en primer lugar, es el ajuste en las fechas de siembra. De hecho, diversos estudios sugieren que modificar el calendario agrícola puede ayudar a prevenir el momento de mayor actividad de la chicharrita, debido a que sembrar en fechas que desincronizan el ciclo del cultivo con el pico poblacional del sector puede reducir el riesgo de infección durante las etapas críticas del desarrollo. Esta estrategia no implica un costo adicional, pero sí requiere información precisa y monitoreo constante para poder observar el comportamiento de la plaga en cada lugar.

Por el contrario, la elección de híbridos más tolerantes también juega un rol fundamental. Aunque no existen variedades completamente inmunes al daño viral, algunas líneas genéticas muestran una mayor capacidad para sobreponerse a los efectos dañinos que pueden llegar a estar relacionados con la chicharrita. Adicionalmente, el avance en el mejoramiento vegetal y en la biotecnología será clave en un futuro para ofrecer materiales adaptados a estos nuevos desafíos y mucho más cuando se habla de un contexto donde el cambio climático impulsa la presión de plagas.

De igual manera, el monitor de campo se convierte en una herramienta decisiva, ya que en lugar de aplicar insecticidas de forma preventiva o rutinaria, el enfoque actual propone una vigilancia técnica constante. Esto implica recorrer sus lotes, registrar la presencia de las plagas, evaluar los niveles poblacionales que hay y aplicar medidas solo cuando se superan cuartos porcentajes económicos de daño. Esta estrategia, que cuenta con un manejo integrado de plagas (MIP), no solo disminuye el uso de químicos, sino que también reduce posibles resistencias.

Finalmente, otra de las estrategias que podría implementar es la diversificación productiva, en la que se incorporen rotaciones de cultivos, cultivos de cobertura y técnicas de conservación del suelo. Esto contribuye a un ecosistema agrícola más equilibrado, menos propenso a explosiones de plagas, pues la diversidad, tanto de especies vegetales como de organismos benéficos, puede llegar a actuar como una barrera natural que limita la propagación de insectos nocivos, como en este caso es la chicharrita.

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