
Ser caficultor en Colombia va mucho más allá que tener un cultivo; también hacer parte de una comunidad que ha construido, con esfuerzo y unión, una institucionalidad gremial fuerte, representativa y respetada. En medio de esa estructura que los conecta como productores, existe un documento que los identifica, los representa y les da acceso a múltiples oportunidades: la Cédula Cafetera y Tarjeta Cafetera.
Desde su creación en 1931 como un documento gremial, la cédula ha sido símbolo de pertenencia, pero ha evolucionado. En 2014, dio un salto histórico al convertirse en una herramienta financiera gracias a la alianza con el Banco de Bogotá, permitiendo a los caficultores ingresar al sistema bancario con beneficios preferenciales.
Desde entonces, más de 73 % de los productores de café en Colombia están bancarizados, lo que equivale a más de 380.000 familias caficultoras con acceso directo a servicios financieros formales. Pero además les permite ejercer el derecho al voto, los habilita para postularse y ser elegidos a los comités municipales o departamentales de cafeteros.
Además de ser el documento de identificación gremial de los caficultores colombianos, que los acredita como miembros de la Federación Nacional de Cafeteros, es una herramienta que les permite tener una cuenta de ahorros tradicional, recibir el pago de la venta del café, recibir los recursos de programas distribuidos por la Federación, de los cuales es beneficiario, realizar transacciones bancarias de una forma segura y con tarifas preferenciales, construir un historial financiero para abrir la puerta al crédito bancario o formal.
Pero más allá de lo financiero, hay un valor fundamental que puede pasar desapercibido: la cédula es también el documento de identidad gremial. Los habilita para participar activamente en la democracia cafetera. Con ella pueden votar en las elecciones gremiales, elegir a quienes los representarán en los comités municipales y departamentales, y también postularse para ser elegidos. En un gremio que ha sabido organizarse desde las regiones, este ejercicio democrático es la base de todo.
Elegir, ser elegido, participar en los proyectos, priorizar inversiones, construir propuestas desde lo local: todo esto parte de tener una cédula cafetera activa. Porque no se trata solo de un documento; se trata de tener voz, voto y un lugar legítimo en las decisiones que impactan familias, fincas y, por supuesto, el futuro cafetero de nuestro país.
Hoy, la cédula y tarjeta cafetera les permite recibir el pago del café directamente desde la cooperativa. También sirve para retirar dinero en cajeros del Banco de Bogotá sin costo, hacer transferencias, pagos, consultas y acceder a la Banca Virtual y Móvil. Todo sin cuota de manejo, con consignaciones nacionales gratuitas y transacciones sin costo en corresponsales del Grupo Aval.
En 2024, se renovó la imagen de la cédula del Banco de Bogotá, inspirada en nuestras montañas cafeteras. Aunque el plástico cambia, el documento mantiene todas sus funciones activas. Y un detalle especial: en el reverso aparece ahora la foto y ubicación de la finca, reafirmando el vínculo entre el caficultor y su territorio.
Además, gracias a una gestión institucional atendiendo las recomendaciones del Congreso Cafetero, Davivienda se ha sumado como nuevo aliado financiero. En esta nueva Cédula y Tarjeta Cafetera, Davivienda ofrece beneficios similares: retiros gratis en cualquier cajero del país, cero cuota de manejo, consignaciones nacionales y transacciones sin costo en oficinas, corresponsales, Teléfono Rojo y TransfiYa.
Davivienda también ha lanzado dos herramientas pensadas para el productor y su familia:
- La Tarjeta de Crédito Cafetera, con tasas Finagro y plazos ajustados al ciclo de cosecha, ideal para la compra de insumos.
- La Tarjeta de Afinidad, que permite referir hasta cuatro familiares para que accedan a una cuenta de ahorros gratuita con los mismos beneficios.
Al igual que en las elecciones cafeteras, son las familias caficultoras colombianas quienes eligen, y para este caso, eligen con qué banco quieren tener su cédula: Banco de Bogotá o Davivienda. Ambos con respaldo gremial, ambos con beneficios reales y sin costos ocultos.
La Federación Nacional de Cafeteros ha hecho de esta herramienta un puente entre el campo y la banca, entre el productor y su voz institucional. Hoy la Cédula y la Tarjeta Cafetera son identidad, participación y progreso, y cada familia caficultora que la porta también es portadora de una parte de la historia y el futuro del café colombiano.
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