Agricultura

Más sobre el fríjol que puede resistir la sequía y disminuiría el hambre en La Guajira

Un reciente estudio de la Universidad Nacional de Colombia, busca encontrar una solución ante la problemática de hambre por la sequia en La Guajira
Juliana Ramos Mosquera
30 de mayo de 2025
Agencia Unal

De acuerdo con la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya (Fenalce), en 2024 la producción de fríjol en Colombia fue de 105.000 toneladas, en la que participaron Nariño, Huila, Santander, Antioquia y Cesar como los departamentos que tuvieron la mayor concentración de este cultivo, todo gracias a las lluvias abundantes que pasaron por estas zonas del país. No obstante, en La Guajira, una región que es bastante conocida por su clima árido y seco, se enfrentaron a variedad de dificultades para el buen desarrollo de este cultivo.

Es importante destacar que actualmente la Universidad Nacional de Colombia (Unal), liderada por Javier Mauricio Gereda, magíster en Ciencias Agrarias de la Unal Sede Palmira, busca combatir esta problemática a partir de la ciencia.

Todo esto comenzó gracias al análisis de la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat), quienes demostraron que una cucharada de fríjol tépari puede llegar a contener hasta cuatro veces más proteína, hierro, antioxidantes y otros nutrientes en comparación con uno convencional, convirtiéndolo de esta manera en una posible solución para poder combatir el hambre y la desnutrición que se vive en La Guajira.

Por lo que, en alianza con la Fundación Team Colombia Innovación Educativa, Gereda planea lanzar el proyecto “Una semilla para salvar el mundo”, una iniciativa que busca utilizar el fríjol tépari como base para jornadas pedagógicas en cinco colegios de Palmira que se encuentran en situación de pobreza extrema y en la Fundación Wayuu Anashii, en La Guajira.

A propósito del tema, el magíster afirmó: “Con solo 47 gramos de fríjol tépari al día, un estudiante cubriría sus necesidades nutricionales básicas. Por eso, el proyecto también busca que los niños lo cultiven sin riego ni pesticidas, conectando nutrición y sostenibilidad desde la escuela”.

Es por esta razón que, con el fin de comprobar la resistencia de este fríjol al calor y la sequía, el investigador evaluó dos variedades del mismo, una silvestre y la otra domesticada, las cuales se encontraban en condiciones extremas. Las cultivó en macetas que tenían tierra que estaba preparada en laboratorio y que simulaban el ambiente árido de su lugar de origen.

Luego de esto, algunas plantas empezaron a recibir riego normal y otras se comportaron a distintos niveles de sequía, entre los que se encontraban 25%, 50% y 75% de humedad, y otro grupo sin nada de agua. Los resultados demostraron que todas crecieron en temperaturas constantes superiores a 36 °C, similares a las de La Guajira.

Adicionalmente, durante 83 días se midieron diferentes variables, como, por ejemplo, cuánta agua perdían por hogar, qué tanto calor podían llegar a soportar sin marchitarse y qué tan activas se encontraban internamente o en su proceso de fotosíntesis. Asimismo, se utilizaron sensores como el MultispeQ, que ayuda a revisar en segundos el “estado de salud” de la planta, las hojas como tal y también se registraron otros datos importantes, como el número de flores, vainas y granos que tenía, la altura, el área foliar, la capacitancia de las raíces y el peso de la planta seca, para entender su rendimiento por completo en cada tipo de condición.

Por otro lado, para entender si el fríjol en efecto seguía funcionando internamente, el experto midió la fluorescencia de la clorofila, que, en palabras simples, es similar a tomarle una radiografía a las hojas para saber si la planta sigue utilizando la luz, incluso en momentos de mucho estrés, y se estandarizó un protocolo con el fin de poder medir qué tanto puede llegar a resistir esta planta la sequía y a qué temperatura lo puede hacer.

Los resultados fueron claros, ya que se demostró que el fríjol tépari silvestre fue el más resistente, pues además de sobrevivir sin marchitarse, también siguió creciendo, haciendo su fotosíntesis con normalidad y produciendo granos, incluso en los momentos que tenía poca agua, algo que otras variedades no consiguieron hacer.

Es importante destacar que aún no se cultiva comercialmente el fríjol tépari en Colombia, pero este mismo empieza a llamar la atención por su resistencia a la sequía, por su alto valor nutricional y su capacidad de producción. Actualmente, la Alianza de Bioversity International y el Ciat conservan cerca de 326 variedades de esta especie en su Banco de Germoplasma, con el fin de que en un futuro este alimento se pueda sembrar en campos reales y no solo en laboratorios.

Esta es una solución real para los productores, quienes ya no tendrían que usar litros de agua por planta para todo un ciclo de cosecha, sino que con pocos mililitros aplicados por planta sería suficiente para tener buena productividad del fríjol”, concluyó el magíster de la Unal.

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