Agro

Sombreros, una tradición que se convirtió en buen negocio

La empresa más grande que tiene el municipio de Tuchín es el sombrero vueltiao, 98% de la población lo confecciona.
Analista LR
Por:
LR
09 de julio de 2015

En Tuchín (Córdoba), cuna del sombrero vueltiao, se idearon por ejemplo un método para que la tradición tejedora no se pierda: clases de artesanías en colegios. No en vano, desde que era asentamiento de la comunidad Zenú se ha mantenido allí la creencia de que un tuchinero primero aprende a trenzar y después asiste a la escuela.

“Yo a los 6 años ya trenzaba sombreros, pero desde los 20 años los armo y comercializo”, aseguró Marcial Montalvo, quien acumula más de 60 años en el oficio en su natal Tuchín.

Pero los vueltiaos no son los únicos sombreros que representan progreso para los artesanos colombianos. También el womu wayúu, suaceño y aguadeño. Y otros como el de sandoná, pindo y guambiano. Cada uno son parte de la historia de las poblaciones que han protegido la costumbre, de acuerdo con Artesanías de Colombia.

El vueltiao es símbolo de la cultura Zenú y uno de los íconos más reconocidos del país, elaborado de una fibra natural de la palmera conocida como caña flecha; y el womu wayúu no sólo tiene un valor económico, sino una muestra de su concepción del mundo, la vida y la influencia de lo religioso unido en cada producto.

La producción del aguadeño, proveniente del municipio de Aguadas (Caldas), está basada en la paja de iraca y ha sido usado siempre tanto por los campesinos como por la población urbana. Y el suaceño, de Suazá (Huila), es el sustento de las mujeres del municipio, donde se obtiene la materia prima la misma iraca o ‘palmicha’.

“La elaboración del suaceño se lleva a cabo en tres etapas. Primero, se procesa la iraca, luego se teje el sombrero y se finaliza golpeándolo o alisándolo. Se golpea con el fin de darle una forma firme, constante y pareja, además que se le da una inconfundible textura y brillo”, explica una investigación de Artesanías.

La dependencia del Gobierno informó que actualmente maneja cuatro referencias de sombreros vueltiaos en almacén: quinciano, machimbriado con costuras y sin costuras, y uno de 21 vueltas, con precios que van desde $70.000 a $310.000.

No obstante, la artesana María Fermina Suárez indicó que en el mercado ya se comercializan sombreros de 31 vueltas, que se trenzan con siete pares de palmas y pueden costar $1 millón. Por eso se venden por encargo, en ferias o exposiciones. “Cuesta tanto porque demora más haciéndose más el proceso de tejido, el raspado de palma es más especial y para hacer uno se puede tardar hasta 15 días”.

Programas de apoyo
Marcial Montalvo y su colega Luisa Flores serán los artesanos de la caña flecha que estarán del 19 al 25 de agosto en Miami (EE.UU), en ExpoColombia. Allí expondrán sus productos y abrirán nuevas fronteras comerciales.

Blanca Muñoz López, secretaria de Cultura de Córdoba, explica que en el departamento está en proceso el proyecto Ovop, que ya fue aplicado en Japón y cuenta con el apoyo de la Embajada de ese país, a través de un operador.

“Se firmó un acuerdo entre la Embajada de Japón y la Alcaldía de Tuchín por $200 millones, para construir un centro donde se perfeccione la producción y se establezcan redes de comercio”, dijo.

El objetivo es generar una empresa que agrupe a los artesanos y estos mismos sean quienes la administren. Además de los artesanos de Tuchín, para la iniciativa Ovop se escogió a trabajadores de la filigrana de Mompox (Bolívar), entre alrededor de 300 propuestas locales presentadas.

“La idea es reunir y organizar a todos los artesanos. La empresa más grande que tiene Tuchín y las zonas rurales es el sombrero vueltiao: 98% de la población vive de ello. La producción de caña flecha es totalmente familiar”, agregó Muñoz.

El top 10 de los que más exportan
Las estadísticas del Dane muestran que 10 departamentos en Colombia son los que se destacan desde 2011 por su potencial exportador de artesanías. A la cabeza está Atlántico, que el año pasado sumó US$16,4 millones, 87,6% de las ventas; luego Antioquia, con US$996.955; Bogotá, con US$664.423; Cundinamarca, con US$197.304; Risaralda, con US$157.395; Valle, con US$120.931; Tolima, con US$80.017; Caldas, con US$76.763; Boyacá, con US$29.028, y Bolívar, con US$2.619.

“Todo turista que viene al país compra un sombrero”
La vigencia comercial de las artesanías colombianas dependerá de cómo sus creadores se ajusten a las tendencias de la moda mundial. Así lo asegura Aida Furmanski, gerente de Artesanías de Colombia, entidad que lidera un proyecto de $120.000 millones para atender en 2017 a 50.000 artesanos del país.

¿Qué diferencias hay entre los mercados internos y externos?
Están abiertas grandes posibilidades para acceder a los mercados externos, a través de los TLCs. Los nacionales son cada vez más exigentes, lo cual presupone mejorar la calidad en las artesanías, si se quiere generar ingresos a los artesanos y contribuir a dignificar su oficio. Parte de nuestra tarea es promover el mejoramiento de la calidad, el diseño y la innovación para ajustarse a las demandas internas y externas.

¿Qué mercados en el exterior se han abierto?
Los sombreros nuestros han llegado hasta la China. Hace dos años el Buque Gloria se fue cargado de sombreros. Todo turista que viene a Colombia compra un sombrero. Vemos grandes posibilidades de negocio en Europa, en Francia y Alemania, donde se realizan las ferias comerciales más importantes. Los europeos valoran mucho las fibras naturales trabajadas a mano y los productos derivados.

¿Cuál es la radiografía de los mercados de cada sombrero?
Los sombreros de Sandoná y Aguadas son los más populares porque se adaptan más a la moda. El de Suaza es más refinado, más costoso y es más difícil de comercializar, pero es de altísima calidad. El vueltiao se vende más localmente, tiene mucha demanda nacional por lo que significa: es un símbolo nacional.

¿Qué proyectos realizan para, como dice, mejorar la calidad de los productos?
Estamos ampliando la cobertura poblacional y geográfica de apoyo a las artesanías y su cadena de valor, a través de alianzas con las gobernaciones y los municipios que nos ha permitido crear 14 laboratorios de diseño e innovación en 14 Cundinamarca, Caldas, Quindío, Risaralda, Nariño, Valle, Putumayo, Tolima, Atlántico, Boyacá, Bolívar, Amazonas, Cauca, y las ciudades de Ibagué y Bogotá. El año entrante estaremos en 24 regiones.

¿Cómo ampliarán su presencia en el país?
En los 14 laboratorios hemos atendido este año a 7.000 artesanos. Aspiramos a tener 33 laboratorios de diseño e innovación en 2017. Por lo menos uno en cada departamento y Bogotá para atender a 50.000, con asesorías, capacitaciones y acompañamiento, y llevarlos a otros niveles de calidad y competitividad. La inversión del Gobierno ascenderá a $60.000 millones para apalancar al menos la misma cantidad de recursos de otras fuentes, como gobernaciones y alcaldías, y en total sean $120.000 millones.

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