Girasoles que florecen en 45 días, la nueva apuesta de agroturismo en el Atlántico

Lo que en un comienzo fue un fenómeno de redes sociales, con selfies, hashtags y sonrisas, poco a poco se ha ido consolidando como un proyecto de agroturismo, capaz no solo de atraer a los barranquilleros y a los visitantes del Atlántico, sino de generar empleo e ingresos a los campesinos del departamento, fuertemente afectados por la pandemia del covid-19.

Los girasoles, ajenos hace unos meses para los labradores de estas tierras, así como lo podían ser el café y el aguacate hass, se convirtió en un modelo sostenible para reactivar sus profesiones y el comercio de los seis municipios en los que ya se están sembrando.

En Pital de Megua, a 40 minutos de Barranquilla, estas flores resultaron ser un éxito de masas, atrayendo hasta 5.000 personas en las jornadas de fin de semana. Cautivados por los campos verdes y amarillos, los turistas acudieron no solo a tomarse fotos, sino a comprar semillas, ramos, aceites y otros productos que los emprendedores de la zona ofrecen en pequeños stands de madera.

Detrás de todo el éxito, una mujer ha sido la impulsadora de todo este modelo de agroturismo. Sonia Fontalvo, líder de los campesinos que cultivan el girasol en esa zona del Atlántico, se inspiró en el primer proyecto de estas flores en San Jacinto, Bolívar, y lo propuso a sus colegas. El plan: un cultivo que pueda generar alimento para el ganado y concentrado para los pollos, pero que pueda mover la economía hacia el comercio y la gastronomía, uno de los fuertes de Pital de Megua, famoso por sus pasteles de arroz de cerdo.

Desde el pasado mes de julio, Sonia Fontalvo y otras mujeres campesinas han sembrado más de 100.000 girasoles, en cultivos rotacionales para favorecer la afloración. Según explicó, esta planta tiene una vida aproximada de 120 días. De ese total, necesita 45 para florecer.

“Los girasoles son muy fáciles de cuidar, eso nos sorprendió bastante. No necesitan mucha agua y florecen rápido. Tenemos el terreno dividido en varias parcelas, en las que vamos rotando los cultivos, para que siempre haya. Una vez terminan de florecer, los cortamos y con ellos producimos silo de ganado, aunque pueden servir también para el concentrado de los pollos y muchos otros usos”, explicó Fontalvo.

Para cultivar girasoles el suelo debe ser arado con especial cuidado, pues estas flores tienen raíces pivotantes, por lo que la planta va a crecer en igual tamaño hacia arriba y hacia abajo, alcanzando hasta 60 centímetros de profundidad.

Además, esta flor es conocida por sus virtudes para recuperar suelos, debido a que le inyecta oxígeno y nitrógeno, lo que mejora el proceso de aireación. Este último, permite un mejor flujo de aire y una mayor humidificación de la tierra, crucial si lo que se quiere es recuperar hectáreas para luego sembrar otro tipo de plantas o frutas.

Para su crecimiento, es importante recalcar que el exceso de agua puede ahogar la semilla, por lo que recomiendan regarlo solo las dos primeras semanas después de sembrado. Ya florecido, el girasol le facilita mucho el trabajo al campesino, pues exhibe su belleza sin mayores complicaciones ni necesidad de riego excesivo.

“Si el campesino tiene una tierra en la que no crece nada, que está muerta, este cultivo es recomendado por sus capacidades de recuperar el suelo. Ya después del girasol cualquier planta va a nacer”, indicó Juan Camilo Terraza, guía turístico, hijo de una de las campesinas que trabajan en el cultivo de girasoles.

Como precursora del programa piloto de lo que la Gobernación del Atlántico ha denominado ‘La Ruta del Girasol’, Fontalvo no solo liderará a las mujeres campesinas en Pital de Megua, sino que acompañará al equipo técnico del departamento en la instalación de proyectos y en la siembra en los otros cinco municipios: Malambo, Suan, Juan de Acosta, Ponedera y Usiacurí.

El objetivo: replicar el plan de agroturismo y seguir generando empleos en el departamento, así como reactivar el comercio, la gastronomía, la cultura y la actividad agrícola.