Tecnología en la ganadería debe ser para todos

No hay que ser un mago o un aventajado en las artes del entendimiento humano para saber que la tecnología cambió y seguirá cambiando todo. No habrá sector que se salve de su agobiante incursión e irrupción en prácticamente todo los aspectos de la vida personal y laboral, lo que hace y hará “llevar una vida más llevadera”, consejo preferido de tantos que se las dan ahora de sicólogos y sanadores del alma, precisamente, en redes sociales, pura onda tecnológica.

Y obvio que la ganadería, cómo no, no es la excepción. Sensores de temperatura en los animales, drones que vigilan potreros, software para gestionar la trazabilidad del hato, aplicaciones móviles que alertan sobre enfermedades, ordeño inteligente, hasta cercas virtuales... ejemplos hay miles, nos quedaríamos nombrándolos y el espacio apremia.

Hablar de los beneficios de la tecnología en la ganadería también es innegable y puede uno sonar repetitivo, pero no sobra decirlo. Tiene innumerables ventajas como mejora de productividad, reducción de pérdidas, monitoreo de la salud animal con más precisión, y es más, puede, incluso, ayudar a reducir su impacto ambiental con herramientas poderosas que avanzan como ‘volador sin palo’ día a día.

Claro que estas oportunidades, acceso y beneficios las tienen más que detalladas y estudiadas los grandes ganaderos, hatos y gremios que reúnen a esta fortachona industria, pero hay una parte que para mí está pendiente y que no es tan clara. ¿Cuántos medianos y pequeños ganaderos realmente tienen acceso a estas herramientas? y, sobre todo, ¿cuántos saben usarlas o han recibido capacitación adecuada? Vale la pena recordar y tener en cuenta que la tecnología por si sola no transforma la ganadería; lo que verdaderamente lo hace son los ganaderos.

Y para esto es necesario que sea una iniciativa de país, de Gobierno, con políticas públicas de peso y aterrizadas a la realidad nacional. No basta con que el Gobierno se regocije de que la ganadería va muy bien, que digan que gracias por su aporte a la economía nacional, que dicho sea de paso, tuvo un crecimiento del 8,9% frente al año pasado, sumando $534.000 millones en el primer trimestre, con proyección el año de $2,1 billones. Que gracias por el reconocimiento, pero esto es con hechos: es educación rural, asistencia técnica real, conectividad digital y muchísimo más...