¿Hoy en día es rentable la crianza de cabras en Colombia?, esto dicen los expertos

El incremento en el sacrificio de cabezas de caprinos en el país, que registró en el primer trimestre de 2025 una variación anual del 46,6% en comparación con el mismo periodo de 2024, de acuerdo con la Encuesta de Sacrificio de Ganado que publica el DANE, da cuenta del crecimiento y el interés que tiene esta industria en la actualidad.

José Carlos Arregocés, presidente de la Federación Nacional de Caprinocultores y Ovinocultores de Colombia (Fedeanco), entidad que agrupa a 1.400 socios en todo el territorio nacional, indicó que estas estadísticas les permiten estimar un futuro halagador, lo cual se sustenta en una mayor cantidad de solicitudes de personas que están comprando vientres y solicitando asesoría para entrar en el mundo de la industria caprina.

A la luz de las cifras, Arregocés afirma que la producción de carne se ha sostenido en regiones como la Costa Atlántica (donde se concentra cerca del 80% de la población caprina) y en departamentos como Santander, Boyacá y Cundinamarca, mientras que en el centro del país (en especial en Boyacá, Cundinamarca y Huila) la actividad se ha enfocado en la leche.

Clara Viviana Rúa, investigadora máster asociada de Agrosavia y directora para Suramérica de la Organización Internacional de Caprinos, señala que el inventario actual en Colombia, que según el ICA es de cerca de 1,2 millones de animales, se ha mantenido estable en los últimos años, pero aún sigue siendo bajo en comparación con otros países de la región, más si se tiene en cuenta la extensión de los suelos disponibles para su crianza.

“En nuestro país tenemos unas razas criollas, en su mayoría de doble propósito, producto del cruzamiento que se hizo desde la época de la colonización, cuando arribaron los primeros ejemplares, y ha sido muy poca la introducción de razas foráneas. Quizás la única es la raza Boer, originaria de África”, explica Rúa.

¿Por qué es rentable esta producción?

Para José Carlos Arregocés, la calidad de la carne caprina es “extraordinaria” en todas sus propiedades por su contenido de proteínas y minerales, que supera incluso a otro tipo de carnes, dice. Esto le impregna un sabor muy agradable que es apetecido por los consumidores.

“Esta carne ha sido estigmatizada de pronto por su sabor u olor que se le adjudicaba, sobre todo por algunas prácticas de crianza y manejo en las que machos y hembras estaban revueltos, y los machos tienen un olor hormonal que es muy característico se lo impregnaban a las demás. Allí es donde hemos incursionado para mejorar esa sensación de palatabilidad, de sabor y de consumo”, comenta.

En el mismo sentido se pronuncia Clara Rúa, de Agrosavia, quien asegura que la base genética del ganado criollo le otorga una ventaja competitiva en la crianza respecto a otras especies, dado que su adaptabilidad a las condiciones climáticas tropicales de zonas secas y áridas es mucho mayor, al igual que en otros factores como la alimentación y la resistencia a algunas enfermedades.

Sin embargo, Rúa hace énfasis en algunos aspectos que es necesario optimizar algunos procesos productivos para mejorar el posicionamiento de este tipo de carne en el mercado. Su argumento es que la mayoría de la producción se hace de manera informal, en fincas, rancherías, comunidades, patios y casas, y el ganado no va a una planta de beneficio, creando un cuello de botella que obstaculiza el desempeño de la industria.

“Las cabras en Colombia están en manos de pequeños productores, principalmente de comunidades indígenas como los wayúu, en La Guajira, donde el caprino hace parte de su economía propia, pero también de su consumo”, concluye Rúa.

Se ha perdido competividad en el mercado

“Tenemos regiones donde prácticamente todo el ganado que tenemos se consume de forma local. Por eso, si Colombia quiere crecer en producción caprina para exportación y para competir con otros países, uno de los elementos claves es aumentar el inventario”, agrega Clara Viviana Rúa, investigadora máster asociada de Agrosavia.

Al no tener una producción más industrializada, Colombia ha perdido competitividad en el sector y ocupa puestos muy secundarios en el renglón suramericano, superado por mercados como Brasil, Argentina o Perú, que tienen procesos más tecnificados y esquemas productivos más desarrollados.