Ganadería

La detección temprana del celo en bovinos es clave para aumentar la productividad

Cuando hay presencia de toros para monta directa, la principal recomendación es tener un macho para cada grupo de 20 o 25 hembras
Por:
Valentina Sánchez Forero
20 de septiembre de 2023
Hacinamiento bovino
Bloomberg

La reproducción es un factor fundamental en la rentabilidad de la ganadería. Uno de los procesos más importantes conforme a ella es la detección temprana de celos, como el primer paso para lograr la fertilización del animal. Existen diversos métodos para detectarlos en bovinos, con el fin de evitar tasas de concepción bajas y que esto repercuta en la productividad de su finca.

Para hacer la adecuada detección de calor presente en los vientres del hato, se debe tener en cuenta los modelos de reproducción con los que se cuenten. Cuando hay presencia de toros para monta directa, la principal recomendación es tener un macho para cada grupo de 20 o 25 hembras, proporción que le permite al animal hacer una detección adecuada.

Según lo expone Ricardo Arenas, responsable de cadenas, asistencia técnica y extensión de Fedegan, en su Manual Práctico Ganadero, “los signos y feromonas que se producen en una hembra en calor serán detectadas por el toro siempre que el área del potrero y el número de hembras no sea excesivo, por lo que esta proporción es la indicada para garantizar que tengan acceso adecuado a todas las hembras y logren identificar y servir las vacas en calor”.

Los toros inmersos en este sistema deben contar, además de periodos de descanso suficientes, jornadas de servicio en las que estén en permanente contacto con las hembras, con el fin de propiciar una monta exitosa.

Cuando se implementan modelos de inseminación artificial en miras de mejorar la genética de los animales del hato, la detección de celos se convierte en un punto crítico para la efectiva fertilización, buscando que en la mayoría de los casos sea fructífera y no conlleve pérdidas económicas para el ganadero.

Uno de los desafíos frente a la detección de celos es su precisión. “La observación visual bien llevada consiste en revisar el lote de vientres en los potreros, más que en el establo de ordeño, de manera rutinaria, idealmente tres veces al día por espacios de al menos media hora. El celo tiene una duración promedio de 18 a 24 horas, lo que hace necesario que la observación por parte del encargado se realice dos o tres veces al día todos los días de la semana”, precisó Arenas.

Se deben tener en cuenta los signos de celo que incluyen un aumento en la actividad física, caminar alrededor, olfateos constantes, reflejo de Flehmen, mugidos con contacto físico, intentos de monta, micción frecuente, entre otros aspectos.

Por los tiempos de duración de los celos y el momento de la ovulación, los animales detectados en calor se deben inseminar entre ocho y diez horas después de la detección. Los detectados en calor en las mañanas deberán inseminarse en la tarde; los detectados hacia el mediodía deberá hacerse casi en la entrada a la noche; y los percibidos en la tarde, a primeras horas de la mañana, logrando así hacerlo en el momento en que la ovulación se está dando, o muy próximo a ella, y así aumentar la probabilidad de preñez”, manifestó Arenas.

Otro de los métodos para su detección temprana es la utilización de un toro marcador, con ciertas condiciones médicas que lo impidan fecundar la vaca, pero que sirva como indicador de la presencia de calor en el vientre.

Al animal usado como detector o recelador se le acondiciona un arnés, marcador que identifica a las hembras que ha montado con una tinta y que serán sujeto de revisión y posterior inseminación por parte del encargado”, afirmó el experto.

Aunque en la mayoría de las fincas se utiliza la tinta para el marcado, la incorporación de tecnologías al sector agrícola ha permitido que se puedan implementar en la detección de calor, dispositivos con microchips implantados en la cola y arnés del animal, que proveen información al celular del ganadero sobre el número del animal y la hora de monta.

“Actualmente, existen software especializados que detectan los celos mediante collares GPS y podómetros que permiten el monitoreo de la actividad del animal las 24 horas del día, identificando cambios importantes y repentinos de su movilidad en el potrero”, puntualizó Arenas.

Todos estos métodos, utilizados de la forma correcta, son claves para que el hato crezca de la manera más idónea, sin interrupciones en su manejo reproductivo por falta de conocimiento o cuidado ante los signos que puedan alertar de la presencia de calor.

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