Equinos

Las señales que le indicarían la presencia del síndrome de Cushing en sus caballos

Una de las claves para retrasar la progresión de la enfermedad, y así evitar la aparición de afecciones subyacentes, es su detección temprana
Valentina Sánchez Forero
05 de octubre de 2023
Pelaje rizado y largo en los caballos
Bloomberg

Aunque se considera que un pelaje rizado y más largo de lo normal en los caballos es a causa de circunstancias ambientales y genéticas, esto se debe, en algunas ocasiones, al síndrome de Cushing, una enfermedad endocrina con mayor presencia en caballos mayores de 18 a 23 años, que altera el metabolismo de los mismos, disminuyendo sustancialmente su calidad de vida.

Pese a que se suele confundir con síntomas de vejez, el síndrome de Cushing es bastante común en los caballos de avanzada edad, afectando aproximadamente 20% de los caballos y ponis mayores de 15 años.

También conocido como disfunción intermedia de la pituitaria, Ppid, es provocado por el aumento de la parte intermedia de la glándula pituitaria, encargada de la liberación e inhibición de hormonas. Cuando los equinos sufren de esta enfermedad, los procesos inhibidores se reducen, motivando a la liberación excesiva de hormonas.

Esto provoca que glándulas adrenales secreten más cortisol, la hormona del estrés del cuerpo, y que, al tener un descontrol en las encargadas de controlar el deseo de comida, la muda de piel, entre otros procesos metabólicos, se genere la serie de sintomatología característica de esta afección.

Para Bernardo Reyes Bossa, médico veterinario zootecnista de la Universidad de Córdoba, magíster y especialista en medicina de equinos, pese a ser un problema metabólico bastante común en los caballos, es una anomalía poco diagnosticada en Colombia.

Para determinar si su caballo sufre de este síndrome es clave estar atento a sus síntomas. Dentro de ellos, los más evidentes son hipertricosis (pelo largo y rizado), desgaste muscular, disminución del rendimiento atlético, letargo y sudoración anormal.

La laminitis, inflamación de las láminas sensibles del casco que compromete su movilidad, también es una de ellas, así como la ausencia del ciclo reproductivo, depósitos de grasa en la región de la crinera y en el inicio de la cola, déficit neurológico, ceguera, etc.

Una de las claves para retrasar la progresión de la enfermedad, y así evitar la aparición de afecciones subyacentes, es la detección temprana a través de exámenes con un especialista que dictamine su severidad y su tratamiento correspondiente.

Además de los medicamentos recetados por el veterinario, a través de unos cuidados básicos, se le ofrecerá al animal una vida digna, que lo ayude a superar esa etapa. Una dieta baja en carbohidratos ayudará a solventar la pérdida de muscular generada por la afección.

El control del estado de la dentición, la revisión constante de los cascos, y la implementación estricta de planes de vacunación y de antiparasitarios, serán acciones mínimas y concretas que determinarán el futuro del animal.

Aunque muchos caballos pueden vivir con esta enfermedad a la par, un diagnóstico temprano evitará que se vuelva un común en su finca, lo que solo se traduciría en pérdidas económicas y de productividad.

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