Ambiente

¿Cómo las bacterias se pueden comunicar para hacer frente a cambios ambientales?

Investigadores de la Universidad Nacional encontraron cómo las bacterias pasan por una paso de evolución según el tiempo
01 de octubre de 2020
Samyukta Lakshmi/Bloomberg

La Universidad Nacional de Colombia acaba de entregar un reporte de investigadores de esta institución en la que se habla de cómo los mecanismos de comunicación entre bacterias de sedimentos marinos y la formación de biopelículas les permiten a estos microorganismos coordinar acciones para adaptarse a los cambios ambientales sin sufrir alteración en su metabolismo.

Precisamente estas bacterias pueden llegar a regular la producción de compuestos antimicrobianos, lo que resulta clave para sectores de la salud, agropecuario y químico.

La bióloga Sofía Stefany López Pérez, magíster en Ciencias - Biología, del Instituto de Estudios en Ciencias del Mar (Cecimar) de la Universidad Nacional de Colombia (Unal), evaluó los mecanismos de comunicación celular usados para la cooperación o competencia de las bacterias y el proceso de formación de biopelículas entre bacterias cultivables aisladas de sedimentos marinos del área de Santa Marta, en el Caribe colombiano.

Lo que encontró en sus muestras fue que las biopelículas son microambientes creados por las mismas bacterias, que les permiten mantener temperatura y pH estables y las protegen de agentes externos; según el estudio, algunas de las cepas fueron capaces de producirlas en condiciones de poca o casi nula disponibilidad de nutrientes.

La Unal detalló que por ejemplo, en el cuerpo humano algunas bacterias crean biopelículas para evitar ser inhibidas por antibióticos o por el sistema inmune, lo que daría luces para determinar cómo combatirlas.

“La capacidad de formar biopelículas de estas bacterias contribuiría a la adaptación al estrés ambiental y favorecería el biofouling o bioincrustación, que es la acumulación indeseable de microorganismos, algas o animales sobre estructuras”, explicó la bióloga.

El trabajo de la magíster se desarrolló desde la Unal en cooperación con el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras José Benito Vives de Andréis (Invemar), en el puerto de Santa Marta. De allí se tomaron las muestras de sedimento, que se analizaron en el Laboratorio de Bioprospección Marina del Invemar.

Se usaron cuatro métodos de cultivo diferentes, todos enriquecidos con sales para proporcionarles a las cepas de bacterias un medio similar al de su procedencia.

Finalmente se escogieron 11 cepas, las cuales produjeron sustancias que lograron la inhibición de muchos microorganismos como Escherichia coli, Staphylococcus aureus, Pseudomonas aeruginosa, Klebsiella pneumoniae, Candida tropicalis y Candida albicans, entre otros patógenos de importancia hospitalaria.

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