Agro

Lo que debe tener en cuenta para el manejo óptimo del suelo en el cultivo de lechuga

La experta dijo que el clima óptimo para el cultivo está entre 1.800 y 2.400 metros sobre el nivel del mar, con temperaturas entre 15 y 18 grados Celsius
Por:
Juan Diego Murcia
03 de marzo de 2023

Uno de los cultivos que más retos le da al agricultor es la lechuga. No solo porque requiere de unas condiciones climáticas y agronómicas específicas que cambian en cada región, sino porque tiene un difíciles control de plagas y malezas.

Lo primero que se debe saber es que el cultivo de lechiga se obtiene en suelos franco arenosos y franco arcillosos con suficiente contenido de materia orgánica, bien drenados y con buena retención de humedad debido a que el sistema radicular de la lechuga no es muy extenso y 96% de la parte comestible es agua, según explicó Carolina Zuluaga, profesional de apoyo a la investigación de Agrosavia.

La experta dijo que el clima óptimo para el cultivo está entre 1.800 y 2.400 metros sobre el nivel del mar, con temperaturas entre 15 y 18 grados Celsius. “Algunas variedades se dan en condiciones de altas temperaturas mayores de 20 grados Celsius”, agregó.

Desde Agrosavia explicaron que las variedades tienen comportamiento diferencial de acuerdo con la temperatura y la región donde son sembradas. En el caso de la semilla la temperatura adecuada para la germinación oscila entre 20 y 26 grados con óptimas de 24 grados Celsius.

Según Clara Melisa Gómez, profesional de apoyo a la investigación de Agrosavia, “la humedad relativa para un óptimo desarrollo del cultivo de lechuga es de 60% a 80% ya que esta no soporta periodos de sequía y humedades por encima de 80% porque puede inducir a la aparición de enfermedades”.

Este cultivo exige alta luminosidad lo que, según Agrosavia, le permite un mejor desarrollo del follaje en volumen, peso y calidad. “La escasez de esta provoca que las hojas sean delgadas y que las cabezas sean flojas y poco compactas”.

Agrosavia explicó que en Antioquia la lechuga es afectada por diversas plagas y enfermedades, las cuales se presentan en diferentes estados de desarrollo del cultivo. Pero la agresividad depende, principalmente, de la susceptibilidad del material de siembra, las condiciones agroclimáticas y del manejo fitosanitario.

Sin embargo, hay enfermedades limitantes como el mildeo velloso, que afecta el follaje más viejo con manchas de color amarillo o verde claro en la parte superior y en la cara inferior un crecimiento blanquecino de aspecto velloso. “Es común en ambientes con temperaturas entre 12 a 20 en el día y 6 a 10 en la noche, sobre vive por meses en residuos de cosecha, en malezas y se puede transmitir por el agua y el viento”, dijeron desde Agrosavia.

Otra patología es la pudrición blanda o esclerotina, una enfermedad destructiva en la lechuga tanto en campo y almacenamiento que genera un amarillamiento de las hojas secas, seguido de una descomposición acuosa y un crecimiento algodonoso. “En semilleros provoca el estrangulamiento del tallo, la enfermedad se ve favorecida por humedades relativas altas suelos contaminados con el patógeno y altas densidades de la siembra”.

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