Casa de campo Daniella P. Rodríguez

Los arroceros que están pasando a ser algodoneros

27 de marzo de 2024
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Entre las décadas de 1950 y 19879, el algodón parecía ser el cultivo “de oro” en ese entonces. En el momento era por la devaluación del peso que en términos reales hizo más rentable la exportación e incrementó su producción.

Pero esta época “de oro” también vino acompañada con creces. Ese aumento en el área sembrada produjo un gran aumento en el empleo agrícola, el cual se estima que pasó de unas 43.000 personas en 1950 a unas 339.000 personas en 1977, cuando el área sembrada alcanzó su pico; ese aumento en el empleo vino acompañado, al mismo tiempo, de una reducción en el coeficiente de empleo, el cual cayó de 1,18 empleados por hectárea en 1950 a 0.9 empleados.

El algodón se cultivaba en la costa Atlántica y en el departamento del Meta, y su dinámica de siembra era en agosto y septiembre y se recogía en enero y febrero. En regiones como el Valle y Tolima se sembraba en febrero y marzo y se recogía en junio y julio. Luego, la producción pasó a concentrarse más que todo en la costa y el Meta por tener menores costos de producción.

En la literatura se encuentra que la caída en producción también se debe a factores de gobernabilidad. Por ejemplo, entre 1950 y 1960 Colombia tenía que importar algodón por una política cambiaria que desestimulaba la producción para exportar, por lo que poco a poco se fueron tiñendo de rojo los números de una bonanza que triplicó el empleo rural. Pero ahora, la cosa parece tener un camino distinto.

Hay casos como el de Don Ermiro y Don Pablo que están trayendo el algodón a sus cultivos de arroz a través de la rotación de cosecha para incrementar la renta y, en el caso, la productividad de la tierra, ya que un cultivo con algodón y arroz hace que la tierra haga producir 20% más.

Julián Valero, uno de los que impulsa el modelo de la solución integral de SuCampo con el cultivo de algodón en el arroz, explica que el éxito de un sistema de producción a mediano plazo es ser contra cíclicos, no pro cíclicos, que es lo que sucede en el país, lo que hace regularmente que el arrocero se mete a sembrar arroz cuando el precio está bueno, y todos se meten a lo mismo, y hay sobre oferta, y el precio se cae.

“Yo tengo que entrar cuando el precio no esté tan bueno, siendo el caso del arroz, que todavía el precio se fija un poco con la dinámica del país”, explica Julian. Con este objetivo, más arroceros están dando la oportunidad al arroz como un cultivo que, en su momento, coloreó “de oro” la bonanza que ayudó al empleo rural.

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