Porcicultura

Investigación dice que en Colombia salud reproductiva de cerdas estaría en riesgo por nuevos virus

La Universidad Nacional publicó una investigación que habla que en las principales regiones de producción porcina del país se identificó una amenaza silenciosa ocasionada por nuevos virus
25 de agosto de 2025
Cerdos
Boehringer Ingelheim

En las últimas horas, la Agencia de Noticias de la Universidad Nacional publicó una investigación que habla que en las principales regiones de producción porcina del país se identificó una amenaza silenciosa ocasionada por nuevos virus que infectan la placenta de las cerdas y desencadenan infecciones fetales que se manifiestan en forma de abortos, muerte embrionaria, lechones nacidos débiles o muertos, y reducción del tamaño de la camada, lo que afecta los índices reproductivos de las granjas.

Desde hace unos años, los patógenos que afectan a la producción porcina han experimentado una evolución que los hace aún más difíciles de detectar, ya que los animales infectados no muestran signos clínicos evidentes. Los virus circulan sin ser detectados, afectando incluso a granjas tecnificadas con medidas de bioseguridad estrictas. Estas granjas, que implementan rigurosos protocolos de limpieza, desinfección, control de enfermedades, inseminación artificial, dietas formuladas y monitoreo de ingreso de animales, siguen enfrentando graves pérdidas en la producción porcina.

La investigadora colombiana Diana Susana Vargas Bermúdez, médica veterinaria y doctora en Biotecnología por la Universidad Nacional de Colombia (Unal), se dedicó a investigar las razones detrás de los fallos reproductivos en las cerdas de cría. Su estudio se convirtió en uno de los análisis más detallados sobre la salud reproductiva porcina en el país.

"La gestación de una cerda dura 114 días y da a luz entre 12 y 16 lechones por camada. En condiciones óptimas, cada hembra reproductora debe destetar un promedio de 26 lechones al año. A nivel mundial, la mortalidad fetal (lechones muertos o momificados) oscila entre 1 y 2%, pero en Colombia este indicador alcanza hasta un 20%, lo que convierte cada ciclo reproductivo en una crisis sanitaria para las granjas", explica la doctora Vargas.

Durante más de dos años, Vargas recorrió 40 granjas tecnificadas en cinco regiones productoras de porcino: Cundinamarca, Antioquia, Valle del Cauca, Atlántico y el Eje Cafetero. En estas granjas, recolectó muestras de sangre de 234 cerdas primíparas (las futuras madres que reemplazarían a las cerdas viejas) para detectar infecciones virales, y documentó las condiciones de manejo de cada granja. Paralelamente, realizó un seguimiento exhaustivo de otras 40 cerdas (primíparas y multíparas) desde antes de la inseminación hasta el parto y la lactancia. Esta metodología le permitió comprender lo que ocurría en cada etapa del ciclo reproductivo, incluso cuando todo parecía normal.

Virus, vacunas y nuevas cepas
Los resultados fueron sorprendentes: la mayoría de las cerdas, que al momento de la inseminación parecían estar saludables, estaban infectadas con múltiples virus. En algunos casos, se detectaron hasta siete virus diferentes al mismo tiempo. Este fenómeno, conocido como coinfección viral, significa que los virus, aunque individualmente no causarían efectos graves, al actuar juntos provocan daños mucho mayores.

La mayoría de los virus encontrados en el estudio eran nuevos para Colombia, aunque no desconocidos a nivel mundial. Algunos, como el virus del síndrome reproductivo y respiratorio porcino (Prrsv), el circovirus porcino tipo 2 (PCV2) y el parvovirus porcino 1 (PPV1), son ya conocidos en el ámbito veterinario. Sin embargo, el circovirus tipo 3 (PCV3), identificado en 2016, y los nuevos parvovirus porcinos (PPV2 a PPV7), aún no cuentan con vacunas disponibles.

En las granjas colombianas, el control de estos virus "clásicos" se realiza principalmente a través de la vacunación de las cerdas y el refuerzo de las medidas de bioseguridad. Las vacunas contra PCV2 y PPV1 han demostrado ser efectivas para reducir los efectos virales en la reproducción, aunque no garantizan una protección completa. Sin embargo, la vacuna contra el Prrsv no está autorizada en Colombia debido a la alta variabilidad genética del virus, por lo que su control depende principalmente de las medidas de bioseguridad de cada granja.

Una amenaza persistente
Los virus pueden llegar a las granjas por diversas rutas: animales nuevos, semen para inseminación artificial, camiones de transporte o diversos implementos de la industria. También pueden circular latentemente dentro de las granjas, donde las altas densidades poblacionales facilitan su transmisión. Cuando las cerdas estornudan o tosen, liberan nubes infecciosas que se dispersan en el aire, como ocurrió con el COVID-19 en los humanos. Esto aumenta el riesgo de contagio, especialmente en granjas de más de 1,000 cerdas.

Aunque Colombia no cuenta con cifras exactas sobre las pérdidas económicas causadas por estas enfermedades, en Estados Unidos se ha estimado que las pérdidas por cada cerda afectada por el Prrsv pueden llegar hasta los US$200. Esto subraya la importancia de realizar investigaciones para entender el impacto económico de estos virus en las granjas colombianas.

Los hallazgos de Vargas confirmaron que la circulación de virus clásicos y emergentes genera coinfecciones complejas que afectan los parámetros reproductivos, como las tasas de parición y el aumento de momias fetales. Las cerdas coinfectadas presentaron una mayor cantidad de virus en los fetos muertos y mostraron una menor respuesta inmune, lo que indica una interferencia en su sistema inmunológico.

Un hallazgo sorprendente fue que algunos lechones aparentemente saludables morían sin mostrar lesiones visibles. Sin embargo, al analizar sus órganos, se descubrió que albergaban virus. Gracias a avanzadas técnicas moleculares, Vargas pudo visualizar directamente la acción viral en los tejidos fetales, confirmando que algunos virus son responsables de la mortalidad fetal.

La investigación también reveló una gran diversidad viral, ya que no solo se detectaron los virus clásicos y emergentes, sino que los virus conocidos presentaban variantes. Esto convierte a cada granja en un territorio vulnerable, donde el riesgo de infección es constante, incluso si se siguen estrictos protocolos de bioseguridad.

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